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Teslablog #11 - 2012-06-20T00:00:00

Tesla y los autómatas

“Hay más de mil millones de robots activos en todo el planeta” Quizá Tesla se excede en su amor por los autómatas, ya que otras estimaciones dejan este valor en unas pocas decenas de millones, pero en cualquier caso nuestro inventor favorito volvía hacer gala de su ya legendaria capacidad visionaria. Sí, el mundo actual está repleto de robots. De hecho, para los analistas no había duda, tarde o temprano, Tesla dedicaría un teslablog a los autómatas.

Desde que en 1898 Nikola Tesla presentara en la prestigiosa Feria de la Electricidad del Madison Square Garden el primer prototipo de barco tripulado remotamente sin cable alguno de por medio, es decir, completamente teledirigido, su fascinación por la posibilidad de controlar máquinas a distancia no fue sino en aumento.

 

In September 1898, Tesla demonstrates his radio-controlled torpedo boat at Madison Square Garden in Ney York City. (Popular Science July 1956). RefNewYorker.11-1956-9324

De hecho, para Tesla, aquella patente era el primer paso para alcanzar un futuro repleto de máquinas que no solo se pudieran controlar a distancia, sino que desarrollaran su propia inteligencia y autonomía, capaces de ejecutar todas aquellas penosas, duras, peligrosas o simplemente tediosas tareas que el hombre dejaría de realizar para siempre. Tesla estaba convencido de que tarde o temprano el hombre emplearía ejércitos de autómatas para dirimir sus contiendas en el campo de batalla, sin necesidad de que ninguna vida humana corriera peligro.

Sí, Tesla fue – como en tantas ocasiones – uno de los primeros en reconocer el potencial de los robots. “El futuro es de los autómatas”, y según confiesa, el principio fundamental para construirlos apareció antes sus ojos siendo aún muy joven: para construir un autómata perfecto bastaba en fijarnos en nosotros mismos. El hombre era el modelo. En sus propias palabras:  “Somos autómatas controlados totalmente por las fuerzas del medio, zarandeados como corchos en la superficie del agua, pero confundimos el resultado de los impulsos del exterior con el libre albedrío” (My Inventions. Nikola Tesla)

A pesar de su fascinación por un mundo repleto de androides, no hay constancia es de que Tesla asistiera en 1922 al estreno en Nueva York de una extrañísima obra de teatro de un dramaturgo checo llamado Karel Capek. La obra se llamaba “R.U.R: ROBOTS UNIVERSALES ROSSUM”. Era una oscura y opresiva distopia donde seres humanos son ensamblados por piezas en una enorme cadena de montaje con la posterior misión de desempeñar las labores más ingratas de la sociedad.  En la obra de teatro eran nombrados con el nombre de ROBOTS , que en checo viene a significar “trabajo duro”.  Desde un punto de vista histórico esta es la primera aparición del concepto que con el tiempo daría nombre a toda una ingeniería: la robótica.

 

¡Son los robots!. RefNewYorker.11-1922-24

Pero si hablamos de autómatas, la cosa viene de más antiguo, de la Grecia clásica; de hecho, la palabra autómata procede del griego automatos, que significa “espontáneo o con movimiento propio”. Los primeros autómatas de los que se tiene registro los construyó, en algún momento entre los años 10 al 70, Herón de Alejandría, quien además escribió lo que podría considerarse el primer libro de robótica, “Los Autómatas”, donde describía sus mecanismos -la mayoría diseñados para el entretenimiento-, como aves que gorjeaban o estatuas que servían vino. La moda se extendió e incluso el gran Leonardo da Vinci diseñó al menos dos autómatas. Uno de ellos se considera el primero con forma humana y consistía en un caballero vestido con armadura medieval capaz de saludar en las recepciones reales. Leonardo lo diseñó en 1495, aunque no hay constancia de que lo construyera -algo que sí se ha hecho recientemente siguiendo paso a paso sus esquemas-.

Como no, Leonardo también hizo robots. RefNewYorker.11-1495-44

Diseños refinados (y engaños)

Es ya en el siglo XVII cuando se extendió por toda Europa la obsesión por intentar reproducir lo más fielmente posible la anatomía de los seres vivos. Por ejemplo, Jaques de Vaucanson inventó un pato mecánico cuyo sistema digestivo era capaz de imitar de manera exacta el de un pato verdadero -¡incluso convertía el grano en excremento!-, aunque luego se descubrió que todo era un truco mecánico...

El pato mecánico. RefNewYorker.11-1678-34

En el siglo XVIII apareció el más increíble creador de autómatas de la historia, Pierre Jaquet- Droz, quien construyó tres autómatas que aún hoy despiertan la fascinación más absoluta: La pianista, una autómata de dos mil quinientas piezas capaz de interpretar de manera real una partitura al órgano con sus propios dedos; El dibujante, de dos mil piezas, un niño capaz de realizar hasta cuatro dibujos diferentes desde el esbozo en lápiz hasta los retoques finales; o el más inaudito de todos, El escritor, un autómata de seis mil piezas capaz de escribir a pluma diferentes textos en inglés y francés siguiendo con su mirada lo que escribe. Los tres autómatas se pueden contemplar en el Musée d'Art et d'Histoire de Neuchâtel en Suiza.

Y en este periplo por la historia de los autómatas no podemos olvidar al pueblo japonés, que ya entre los siglos XVIII y XIX construía mecanismos de una alta complejidad que se empleaban especialmente en pequeñas obras de teatro. Se les llamaba KARAKURI y reflejaban el amor y la fascinación que el pueblo japonés aún siente por los autómatas.

La robótica despega

Pero el gran despegue de la robótica como ingeniería se dio en el siglo XX, especialmente con la aparición de la electrónica. En la feria mundial de nueva York de 1939 se presentó uno de los primeros robots humanoides: ¡¡ELEKTRO!! Varios pies de altura de puro aluminio, un vocabulario de setecientas palabras y con capacidad para ejecutar hasta veintiséis movimientos diferentes en respuesta a la voz humana. Eso sí, hoy en día lo hubieran reducido enseguida a chatarra, porque fumaba en sitios públicos.

 

 

A finales de los años cuarenta surgió un avance fundamental para la robótica: se desarrollaron los primeros computadores, y George Devol diseñó el primer robot programable. A partir de este instante comenzó una espiral in crescendo en el desarrollo de sistemas robóticos cada vez más complejos, especialmente cuando en 1979 un cochecito llamado Stanford Cart cruzó exitosamente un salón lleno de sillas sin ayuda de un teleoperador. Fue uno de los primeros robots capaces de tomar decisiones a partir del análisis del entorno. Pero ya antes, en 1961, se había puesto en funcionamiento el primer robot industrial en una planta de ensamblaje de automóviles de General Motors, y en 1976 ya se utilizaban brazos robóticos en las sondas espaciales Viking 1 y 2.

 

Stamfor Cart. RefNewYorker.11-1979-34

¡ASIMO!

En los ochenta los robots comenzaron a comercializarse en multitud de entornos industriales, tecnológicos y científicos. En 1996 la empresa japonesa Honda tras décadas de secretismo deja atónitos a todos los fabricantes de robots del mundo. Presenta un extraordinariamente adelantado robot humanoide llamado P3 y en el años 2000 vuelve a dejar KO a toda la industria robótica con ASIMO.

En 1996 la empresa japonesa Honda, tras décadas de secretismo, dejó atónitos a todos al presentar un extraordinariamente adelantado robot humanoide llamado P3 y, en el año 2000, volvió a lograr un hito único con ASIMO. ASIMO camina y corre, salva obstáculos, transporta peso, sube y baja escaleras, abre y cierra puertas, reconoce gestos humanos y los interpreta, diferencia la voz humana entre otros sonidos, puede transmitir mensajes personales, servir de guía, es capaz de sincronizarse con el movimiento de una persona y caminar a su mismo ritmo, saludar, jugar al futbol, conducir la orquesta de Detroit y, lo más increíble…¡puede conectarse a internet!

 

 

Tesla dio en el clavo...mejor, en la tuerca.

Actualmente, y como bien nos recuerda Tesla, la presencia de robots en nuestro día a día es mayor de la que podamos pensar. Desde los brazos robotizados de las cadenas de montaje hasta los presentes en muchos quirófanos,  como el sistema Da Vinci, que permite que un cirujano pueda realizar remotamente y sin necesidad de pisar la mesa de operaciones extirpaciones tumorales, operaciones ginecológicas, by-pass coronarios, etc.

Muchos robots nos sustituyen en tareas peligrosas o entornos inviables para la vida humana como en la desactivación de explosivos,  rastreo de victimas en situaciones de catástrofes, limpieza de vertidos tóxicos, etc. Por ejemplo, muy recientemente, un robot tipo PackBot – creado para rastrear victimas en los atentados del 11 de septiembre – se ha utilizado para analizar los restos de la central de Fukushima tras el tsunami.

Packbot en Fukushima. RefNewYorker.11-2011-9324

Además, los robots no están permitiendo explorar científicamente entornos vedados para el ser humano como los  fondo abisales, los glaciares árticos, o los volcanes en actividad, o incluso yacimientos arqueológicos de imposible acceso humano. También el espacio ha sido un lugar tradicional para los robots. Robots como el Spirit o el Oportunity han cumplido misiones en la superficie de Marte, y de camino va su sustituto: el Curiosity. O como ROBONAUT, un robot diseñado para poder realizar paseos espaciales en la estación espacial internacional y realizar operaciones remotas manteniendo a salvo la integridad de los astronautas.

Imagen artística del Curiosity RefNewYorker.11-2011-1

 

Robots sociales

 

Pero lo que más sorprende a Tesla es el gran avance que se ha logrado en la llamada robótica social , una rama de la robótica que plantea el desarrollo de autómatas que presten un servicio directo a los demás. Viene impulsado preferentemente desde Japón, donde su alto nivel de envejecimiento, con más de 45000 centenarios, ha convertido la asistencia a las personas mayores en una demanda fundamental.

Estos “robots de compañía” , son capaces de interaccionar de una manera cada vez más fina y precisa con el ser humano, reaccionar ante determinados mensajes y tonos de voz o incluso ante determinadas expresiones faciales, ser capaces de detectar situaciones de alerta y contactar con los servicios de urgencia en caso necesario, ayudar a personas con movilidad reducida o dificultad en la visión; realizar las tareas del hogar, establecer relaciones de protocolo, y – cada vez más – ser capaces de simular y transmitir emociones, e incluso de establecer contacto físico. En está línea, y aunque según para que tareas la apariencia humana sencillamente no es necesaria, cada vez se están alcanzando robots humanoides inquietantemente más verosímiles.

Los Geminoid.Muy verosímiles, pero necesitan de toda una sala de control para manejarlos. RefNewYorker.11-2011-2

El cualquier caso, el gran reto de la robótica es que los robots del futuro sean capaces de trascender de un entorno controlado como el laboratorio o de una serie de tareas rutinarias, y sean capaces de desenvolverse y de aprender en entornos sociales cambiantes. Para el cerebro humano esto es algo relativamente sencillo. Es la denominada inteligencia social, y como – irónicamente – Tesla menciona al final de este teslablog “todo el mundo en mayor o menor medida la tiene”. Pero para un cerebro artificial puede tratarse de una tarea ingente. Conseguir que un robot gestione toda la información que le rodea, tome sus propias decisiones – incluso en función de su estado de ánimo – , y actué con naturalidad, puede que exija una fusión entre robótica, inteligencia artificial, neurociencia, psicología y ética.

 



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