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Teslablog #15 - 2012-07-31T00:00:00

Tesla y la electricidad inalámbrica – Parte II: La torre Wardenclyffe.

 

Mucho se ha escrito sobre Tesla y la torre Wardenclyffe. Incluso el propio inventor se muestra más generoso de lo habitual a la hora de detallar su historia en este teslablog, que como él mismo confiesa: “va a ser un poco nostálgico” (y hasta cierto punto, también liberador).

Poco más vamos a decir acerca de una historia sobre la que los analistas están unánimemente de acuerdo en que reúne –como el resto de la vida de Tesla– todos los elementos del mejor drama americano: un héroe solitario, un sueño inalcanzable, un malvado poderoso, y una explosión final (la que derrumbó la torre en 1917 por orden del gobierno). Recomendamos una vez más la lectura del definitivo “Informe Delgado” ("Yo y la energía" - Ed. Turner Noema para entender el porqué de esta afirmación.

En cualquier caso, sin duda, el proyecto Wardenclyffe marcó el principio del fin definitivo de nuestro héroe, tantas veces acostumbrado a caer y a levantarse, esta vez enzarzado en una lucha extenuante mientras otros aprovechaban sus patentes para alcanzar la gloria. Parafraseando la frase favorita de nuestro inventor en este legado digital, Wardenclyffe fue “la ruina de Tesla”.

La torre que creaba auroras

 

La torre Wardenclyffe iba a ser la primera de una serie de torres repartidas por todo el globo terráqueo. Conformarían un sistema que permitiría la transmisión de corriente eléctrica de un punto a otro del planeta de manera totalmente inalámbrica; una suerte de torres de alta tensión sin cable que las conectara. Un sistema eléctrico global que utilizaría las capacidades conductoras de la Tierra para convertir el planeta entero en un enorme circuito eléctrico. Esto es, más o menos, lo que uno se puede encontrar en los cientos de artículos de divulgación dedicados el proyecto más aparentemente loco del inventor de la plataforma vibradora. Pero, ¿cómo pretendía hacer esto?

Este analista ha de confesar que debido a la maraña de conceptos técnicos que Tesla suele emplear en sus textos, unida a su peculiar y oscuro estilo de escritura, está muy lejos de comprender bien los fundamentos que subyacen en la que iba a ser la obra magna del inventor. Sí parece claro que en Long Island Tesla pretendía poner sobre la mesa fenómenos que le eran muy conocidos a través de sus experiencias de laboratorio, pero aplicados a una escala global.

Muy grosso modo (demasiado grosso, probablemente), el sistema diseñado por Tesla consistía en una gigantesca bobina, el “magnifying transmitter”, como el serbocroata gustaba de llamar, una invención de Tesla realizada durante su estancia en Colorado Springs que era capaz de generar corrientes de una altísima tensión (millones de voltios). Su función consistía en poner en movimiento una ingente cantidad de cargas eléctricas en las altas capas de la atmósfera donde, debido a su alta conductividad, pueden circular libremente. Además, Tesla defendía que si los campos eléctricos generados tenían una frecuencia coincidente con el valor de las frecuencias de resonancia terrestres (ver teslablog anterior), la corriente eléctrica generada podía desplazarse enormes distancias sin apenas pérdidas.

Precisamente en su laboratorio de Colorado Springs, Tesla había demostrado que una segunda bobina “sintonizada” a la misma alta frecuencia que la bobina transmisora era capaz de recibir la corriente eléctrica y llevarla de nuevo a la superficie terrestre disminuyendo su voltaje hasta unos valores operables por la mayoría de los dispositivos eléctricos. El circuito se cerraría con la porción de superficie de Tierra entre ambas torres. Es decir, la energía fluiría a través de la atmósfera con una alto voltaje y una baja intensidad (como la de los cables de alta tensión), pero a través de la superficie terrestre lo haría justo al contrario, por tanto en el esquema de Tesla las torres actuaban como auténticos transformadores capaces de subir o bajar el voltaje varios millones de voltios.

Pero hay un detalle que no hemos considerado (afortunadamente Tesla sí lo hizo). La superficie de la Tierra es conductora y también lo son las altas capas de la atmosfera, pero entre ambas, justo por encima de nuestras cabezas, existe una capa atmosférica altamente aislante. Así pues, la torre necesitaba “romper” este aislante, ionizarlo, para así inyectar cargas electrónicas a la atmosfera conductora. En los primeros diseños la torre era tan alta que simplemente con la diferencia de potencial generada se lograba este efecto mediante inducción electroestática, pero desde un punto de vista arquitectónico no era viable. Un torre más baja necesitaba generar un haz ultravioleta capaz de ionizar dicha capa aislante, introduciendo un chorro de partículas cargadas en la alta atmósfera, igual que hace el Sol cuando se produce una tormenta Solar (en este caso por arriba). Es lo que Tesla llamaba efecto aurora: “…romperá el cielo y veréis como una aurora boreal atravesando el cielo, transportando la energía a lugares distantes” [Nikola Tesla On His Work With Alternating Currents and Their Application to Wireless Telegraphy, Telephony, and Transmission of Power, 1992, p. 110.]

 

No solo electricidad. El sistema de inteligencia mundial

 

Tesla estaba convencido de que las torres no solo eran válidas para distribuir energía eléctrica de manera prácticamente gratuita (aunque ya habrían buscado alguna manera de tener que pagarla), sino que también servirían para la transmisión de cualquier tipo de información. Hacía poco que Marconi y Fassenden habían logrado las primeras transmisiones transoceánicas mediante ondas de radio (empleando gran parte de los fundamentos de Tesla sobre comunicación mediante ondas electromagnética), pero para Tesla esto es simplemente una minucia con lo que su Torre Wardenclyffe iba a traer a la humanidad: el Sistema Mundial de Inteligencia.

Este Sistema Mundial de Inteligencia ha sido mencionado en teslablogs anteriores, pero no está de más recordar lo que el genio de Smiljan tenía en mente: un sistema global que iba a permitir “[…]la distribución inalámbrica de música, noticias, señales horarias, imágenes fotográficas y de todo tipo de dibujos o registros, etcétera […]a través de pequeños receptores individuales, […]además de la interconexión del telégrafo, el teléfono y otras estaciones de señal sin ningún cambio en su equipamiento actual”. Como dice nuestro Tesla en algún teslablog: “Sí, eso que ustedes llaman Internet".

 

Pero, ¿habría funcionado?

 

Tesla siempre defendía que nunca construía nada que no hubiera funcionado previamente en su cabeza. ¿Cómo no hacerle caso, especialmente si se trata de la que iba ser su obra cumbre, el invento que haría que su nombre se estudiara en las escuelas de primaria? Además ¿no había logrado algo parecido en Colorado Springs? Hombre, una cosa es encender unas cuantas bombillas clavadas en la Tierra y otra muy diferente convertir a la Tierra en un sistema eléctrico global. Además, Tesla no pudo terminarla por una cuestión puramente económica pero, ¿por qué nadie más se ha atrevido a llevarla a cabo? ¿por qué no tenemos torres wardenclyffe en lugar de las feas torres de alta tensión? ¿por qué la única witricidad conocida solo tiene un alcance de pocos metros y los del MIT tardaron años en lograrla y con un fundamento físico muy diferente (ver anterior teslablog)? Este analista reconoce que tras mucho leer sigue con las mismas dudas, pero….

..al margen de cuestiones de ingeniería –que seguro nuestro inventor tenía resueltas, aunque no sepamos cómo-, una de las primeras causas que esbozan quienes creen imposible el éxito del proyecto es que Tesla no midió correctamente el enorme voltaje que sería necesario para lograr su objetivo. Por un lado, las especificaciones de Tesla hablaban de conseguir una frecuencia de 25 KHz, pero las frecuencias de resonancia de la atmósfera están en realidad muy por encima, en torno a los 64 KHz. Esto hubiera exigido una potencia de funcionamiento mucho mayor que la prevista por el inventor. Pero, incluso logrando este régimen de funcionamiento, estas capas atmosféricas son muy disipativas, es decir, incluso a frecuencias resonantes, el campo eléctrico pierde rápidamente energía a medida que viaja a través de ellas y además con un ritmo que no depende de la potencia alcanzada (https://www.teslaradio.com/pages/tesla.htm). Esto, unido a que la potencia eléctrica disminuye con el cuadrado de la distancia, ha llevado a pensar a muchos analistas que –una de dos – o Tesla lograba un nuevo sistema de generación de energía o terminaría cubriendo toda la superficie terrestre de torres Wardenclyffe. Otra voces críticas con el proyecto defienden que incluso logrando poner en marcha un sistema semejante, el ruido eléctrico generado sería tal que sería imposible hacer funcionar cualquier aparato eléctrico a causa de las tremendas interferencias.

Pero la figura de Tesla tiene demasiado peso como para que alguien se atreva a asegurar, más allá de toda duda razonable, que el inventor serbocroata no iba a lograr su objetivo. Como él mismo decía: “¡Esto no es un sueño, es una simple cuestión de ingeniería electrónica científica simplemente costosa, ciego y dubitativo mundo!” The Transmission of Electrical Energy Without Wires as a Means for Furthering Peace," Electrical World and Engineer, January 7, 1905.

Pero el hecho es que a día de hoy, salvo algunos proyectos no concluyentes que pretenden alimentar electrónicamente satélites en órbita mediante emisión de microondas desde tierra, o incluso empleando un haz láser que se transforma en electricidad gracias a una célula fotoeléctrica, no se ha logrado comunicar electricidad más allá de unas pocas decenas de metros, a no ser que se utilice un cable, claro. No existe nada remotamente parecido al sistema de Tesla, aunque quizá sea “solo una cuestión de dinero”.

 

La utopía muere en Wardenclyffe

 

Ciudades inteligentes, alimentadas con energías limpias, renovables y prácticamente gratuitas, donde los coches eléctricos se cargan automáticamente cada vez que se detienen en un semáforo, donde ningún cable afea las calles, donde se han eliminado los vertederos de batería o pilas, y donde no es necesario cargar los móviles o portátiles. Al fondo, sobre una colina, una torre coronada con una extraña cúpula.

Como dice nuestro adorado Informe Delgado: la utopía murió en Wardenclyffe, al menos de momento. Hoy en día da una mezcla de ternura y patetismo leer a Tesla un par de años después de que la torre fuera derruida: “La torre fue destruida hace dos años, pero se construirá otra torre con algunas características mejoradas” [“El transmisor de aumento – Yo y la energía.” Ed. Turner]

Incluso en ese mismo texto defiende la honorabilidad de .P. Morgan, y niega que el gobierno fuera el responsable del derrumbe: “El mundo no estaba preparado para este proyecto. Se adelantó a su tiempo”. Quizás, pero a día de hoy, Tesla se sigue revolviendo en su tumba gritando “¡Witricidad ya!

 



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